dijous, 8 d’agost del 2013

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En las montañas de la locura és l'adaptació d'un relat de terror escrit per H.P.Lovecraft el 1931 i que ara, l'il·lustrador i escriptor Ian Culbard adapta gràficament per l'editorial Sins Entido.
Ens explica com un grup de científics de la Universitat de Miskatonic viatja a l'Antàrtida per a realitzar diversos estudis i experiments, buscant material geològic. Part del grup que ha avançat cap a l'interior del continent mentre els altres preparem el campament base, comunica per ràdio que han fet un descobriment extraordinari: fòssils d'uns éssers desconeguts, molt avançats i evolucionats... Quan els científics arriben al lloc des descobriment, troben als seus companys morts i el seu material destruït...
“Me veo forzado a hablar porque los hombres de ciencia se niegan a seguir mi consejo sin saber por qué“. Así comienza el relato de William Dyer, profesor de Geología de la Universidad Miskatonic, la misma en cuya biblioteca descansa un ejemplar del grimorio escrito por Abdul Alhazred que, titulado Necronomicón, encierra el conocimiento sobre sucesos y entidades cuya naturaleza escapa a la comprensión de la mente humana. Mediando la imaginación de H.P. Lovecraft, Dyer asume la responsabilidad de “disuadir al mundo explorador en general de cualquier programa demasiado temerario o ambicioso en la región de esas montañas de la locura”, armado con los contundentes argumentos que confiere una experiencia aterradoramente traumática. Así, el académico relata en páginas sucesivas lo acontecido durante la expedición al continente antártico organizada bajo su dirección; y haciendo bueno el lema de la institución a la que presta sus conocimientos –Ex Ignorantia Ad Sapientiam; Ex Luce Ad Tenebras–, ofrece detalles pormenorizados relativos a su traumático paso “De la Ignorancia a la Sabiduría” y de una Luz a la Oscuridad en la que desembocó su aventura…Clásico de los géneros de terror y ciencia ficción, En las montañas de la locura es, sin duda, una de las obras centrales en la mitología lovecraftiana, por representa la intersección entre novelas anteriores y posteriores del autor, y contener numerosas alusiones a los conceptos que integran su particular imaginario. Un mundo propio imitado hasta la saciedad, en donde sus protagonistas, ávidos de conocimiento, afrontan el terror en un estado puro, casi objetivo y por tanto no condicionado a la proyección de los “demonios interiores”, tan propios del género. En el muy recomendable ensayo H.P. Lovecraft: Contra el Mundo, Contra la Vida (Ed. Siruela, 2006), Michel Houellebecq comenta al respecto cómo los escritos del maestro de lo sobrenatural tienen como meta “llevar al lector a un estado de fascinación. Los únicos sentimientos humanos de los que quiere oír hablar son la maravilla y el pánico. Construye su universo sobre ellos, y exclusivamente sobre ellos“. Dando por buena la tesis defendida por el autor de Las partículas elementales, asumiendo la voluntad de epatar de Lovecraft, y admitiendo el éxito que en ese empeño cosecharon un buen puñado de sus obras, cabe preguntarse si realmente es posible aprehender y mimetizar esa cualidad asociada a su trabajo, e incluso si es factible traducirla a otros lenguajes. Por lo que al mundo del cómic se refiere, ha habido numerosos intentos abordados con mayor o menor fortuna, tal y como se nos ha recordado con motivo del 75 aniversario de su fallecimiento: sin ánimo exhaustivo, podemos hacer un repaso que abarque desde Los mitos de Cthulhu (Sins Entido, 2011) de Alberto Breccia, hasta La Guarida del Horrror (Panini Cómics, 2009) de Richard Corben, pasando por las Visiones (Norma Editorial, 2008 y 2010) deHernán Rodríguez, o Lovecraft: Desde el más allá (La Cúpula, 2011), de Erik Kriek." (...) 
"Curiosamente, lo que en primera instancia podría parecer un hándicap para Culbard, termina propiciando que su interpretación de En las montañas de la locura logre ser fiel al material de base, al tiempo que evidencia una personalidad propia, ya que el relato descriptivo de los hechos característico de la novela se descompone en secuencias dialogadas que requieren buenas dosis de creatividad. La narración omnisciente de Dyer queda, pues, limitada a unos cuadros de texto que, lejos de redundar en lo expuesto a través de las viñetas a las que acompañan, resultan complementarios. Esta decisión no solo posibilita la adecuada presentación de los personajes –y la definición de su caracterización, a través del establecimientos de voces diferenciadas–, sino que también contribuye a dinamizar la narración. En este sentido, no por convencional y comedida, deja de resultar funcional la secuenciación de las conversaciones radiofónicas, que enfocadas de otro modo podrían haber lastrado considerablemente el ritmo y la carga dramática de dichas secuencias, clave en el devenir argumental de la obra. (...)"
Text extret de la ressenya feta per Zonanegativa.com