dimecres, 9 de maig del 2018

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Las Niñas clandestinas de Kabul: la vida oculta de la chicas afganas disfrazadas de muchacho de Jenny Nordberg; traducción María Eugenia Frutos.

Una obra d'aspecte periodístic, però que esdevé un estudi etnològic, un retrat ampli de la situació de les dones afganes.

Una periodista sueca de investigación descubre una increible costumbre oculta que transformará su comprensión de lo que significa crecer como niña. En Afganistán, una cultura gobernada casi por completo por los hombres, el nacimiento de un hijo es motivo de celebración y la llegada de una hija a menudo se lamenta como desgracia. Una bacha posh [«vestida como un niño»] es un tercer tipo de niño: una niña criada temporalmente como niño y presentada como tal al mundo exterior. Jenny Nordberg, la reportera que acercó al mundo la historia de este fenómeno para el New York Times, construye un relato fascinante y conmovedor de quienes viven secretamente en una sociedad profundamente segregada, donde las mujeres casi no tienen derechos y libertad. Para algunas niñas, disfrazarse de niños es la única manera de salir adelante. Explorando las raíces históricas y religiosas de esta tradición, Nordberg relata la historia de mujeres como Azita Rafaat, una parlamentaria que vivió una vez como bacha posh; la madre de Mehran, una niña de siete años, a la que está criando como bacha posh; o Zahra, una estudiante adolescente que vive como un niño, pero que está empezando a mostrar signos de feminidad al entrar en la pubertad.

Text extret de la contraportada del llibre.

Sobre el llibre:
Querría ser cualquier cosa en este mundo, pero no una mujer afgana. Playground 02.11.2017:

(...)A través de unos pocos casos, Nordberg se mete hasta las el interior de las casas de muchas de esas familias que optan por ocultar a sus hijas, y realiza un seguimiento cuidadoso de sus vidas dentro y fuera del hogar. La periodista sueca habla así de niñas que no superan los doce o trece años y que tienen que jugar al balón para que no las obliguen a taparse con un velo. Que tienen que ensuciarse de barro para parecer masculinas. Que tienen que pelearse o realizar trabajos pesados para que nadie reconozca su género y las fuerce a quedarse en casa o a casarse. Para alargar un poco más su inocencia. Para que sus existencias tengan algo de valor hasta que la pubertad haga de ellas lo que tanto temen.
Jenny Nordberg se encarga de describirlo, especialmente en los capítulos centrales y últimos de Las niñas clandestinas de Kabul. La periodista sabe que lo inevitable de ser niña afgana es convertirse en mujer afgana, y también que lo inevitable de ser una mujer afgana es enfrentarse a una realidad opresiva, a una sociedad que la periodista describe como un certamen de Miss Universo continuo y violento, en el que las mujeres son valoradas, literalmente, por la grasa de su cuerpo, o por sus dotes como cocineras, o por su ‘nivel de fe’. Para Setareh, una de las fuentes entrevistadas en este estudio, la falta de libertad es absoluta. Cuenta que, durante toda su vida, una mujer afgana tiene que ser perfecta y comportarse como se lo piden, sin disponer jamás de intimidad, porque los lazos que crea con su familia o sus propias vecinas son igualmente tiránicos y faltos de sororidad.(...)